El abrazo de la diosa
Poemario
escribió e ilustró: Edith Lomovasky
No day comes back again:
One inch of time is worth
A foot of jade.
Takuan Zen master
La santidad del momento
Mujeres
en el río de la vida
Rastrean
con manos invisibles
las perlas sin voz
las gargantas sin agua.
El grito
ha caído
en los cántaros de Dios
Veo un rezo
buscando las orillas
Veo estatuas
aguas rojas
Observo
los credos de los hombres
reclamando
un diluvio
que divida las carnes
Y en el surco yo
hablo
no hablo
Veo
Un desfile de mujeres que no cuentan
Esqueletos expulsados
del columpio
Rosarios de vértebra inconclusa
entre los dedos
de una tenaza ciega
El dios de las linternas se escapó de esta arena y nunca volverá el peso de la carne se queda entre líneas en el silencio de una silla hostil una cruz inmóvil es la única sombra y el día es el umbral entre lo que saben de nosotros y la cueva la cueva donde se queda el estuario de este cuerpo que ya no desangra no trae sólo se lleva y nutre hasta la última célula nosotros te querremos nosotros te daremos todo nosotros algún día mientras tanto un pavimento cura nuestros años nada cura este golpe y si se nombra si se nombra qué se toca
Las huellas del dolor están pegadas
al columpio
inmediato
a mi ventana.
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Una tenue
ambulancia otoñal
me recorre la médula
¿Y si el último transporte
hubiera escapado
a otra ciudad?
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El Bauhaus
a estas alturas
es una anciana desgreñada
El bulevard Rotschild*
me infunde la falsificación
de una caricia
Remonto
una fila de sicomoros torturados.
Esto es un tic tac
No la palpitación confusa
de dos cuerpos
Me resisto a despedirme
del texto de mis pasos
Nadie pisa firme
en este cúmulo de ojos.
Otros refugios
cavados en el cielo
rompen el azul
Me despido
de la extremidad del goce y la plegaria.
Esto
no es la nitidez.
Hay un sol
que sirve para fundir
el metal
a las carnes calladas
Un húmero sin nombre
roza los mercados
Esta frágil y soberbia
primera persona
se va
se va
pero la piel
aún la atrapa.
* bulevar arbolado en el centro de Tel Aviv
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Quisiera que alguien mencione
mis ojos pretéritos
mi vientre acogedor
a los veinte
a los treinta
ahora.
Y que nadie se refugie
en un álbum
en una vida virtual
sino que irrumpan
en las ojeras
debajo de las sienes
en la desazón de los omóplatos
Que alguien vacíe la biblioteca
de las preguntas sin Dios
Quién escribirá
la crónica de mis terrores infundados
la caravana
de equívocos
la indignación
y el beso
incrustados
en la tortuosidad de las gargantas.
No se habla ya
del señor de todas las sonrisas
La honestidad de un brindis
no involucra a los días por venir.
Nuestros mejores deseos son una quimera una desnudez que nos apresuramos a esconder porque es tiempo de esquivar la desnudez del alma esta herida es tórrida este es el tiempo de los cuchillos y los bordes impecables cinematográficos es la edad de la amnesia la ciudad de la calma se diluye entre los informes perfectos un hilo perfecto un rojo perfecto una falda perfecta rasgada un charco infame arruina la escena todo se limpia se borra el circo continúa somos fuertes somos fuertes no ha pasado nada aquí estamos no hay rastros no hay nada esto es un largo ahora festejemos
Festejemos
Envejece
tan pronto
nuestro día
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Espacio
Una mujer
con los dos puños cerrados detrás de la nuca.
Cabizbaja
De pie
Vestida de negro
Mira el piso después de una labor.
A su derecha, acostada boca abajo
otra se refriega por un piso
de rojo profundo
con trapos atados a los pies y a las manos
El piso está gastado.
A sus espaldas, otra mujer
Las piernas y la falda denotan sumisión
en un momento de reposo.
A un costado otra figura
-seguramente de una mujer-
Reza de pie, vestida de marrón,
las palmas cubren el rostro
Tiesa
Recogida.
Aparentemente cierra los ojos
o los clava en el piso.
El piso es celeste y está cuarteado.
Debajo de toda esa imagen de umbral de algo sacro,
en primer plano a la izquierda
una mujer
como después de una siesta
o del amor,
de piel fuertemente rosada.
Desnuda
una manta volátil le cubre el regazo.
Está apoyada
como levitando de unas maderas
Y detrás hay cerdos rosados y suaves como ella,
pero de espaldas,
como yéndose.
La rozan pero remontan un río turbio.
A la derecha de todo el cuadro y sobresaliendo
encima de los cerdos,
hay una gran canasta
con tomates cereza de un rojo intenso y amarillo.
Las mujeres en el ámbito sacro quedan en un segundo plano.
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Escena rosada
Lo profano y lo sagrado
raspan el suelo
y no borran
el color sombrío de las grietas aún
cuando parece que todo este New Age hará milagros pero no, siempre la expectativa es más que todo y quizás la música de fondo sea aquel mayor protagonista.
Pero este es nuestro anhelo de otro climax, de otra puerta , de otro fogón para reconfortarnos de esa Atlántis que seguimos buscando como después de todo, y descubrir que los Reyes Magos ya se han ido y nunca más.
Dos cerdos acarician
las continuaciones de la piel.
Una mujer expande su ternura
Un dedo de su pie llega hasta el Ganges
y el resto sucumbe a la nitidez
Un fruto aromático
escapa a los canastos
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Rueda
Después de todo
la nitidez de los mercados
es la ofrenda mayor.
La tibia invitación
cae
se derrama
mezcla su jugo
con el círculo perfecto.
Al caer la luz sobre los vivos
la placidez abre sus cofres más recientes
Soy un cuerpo recortado
Es tan fácil desnudar un cuerpo recortado
Despojarlo de todo su adjetivo
Vestirlo a prisa
Gritarle una canción de soslayo
Preparar la escena
Esfumarse entre el esplendor de un cielo mediterráneo deja vu que ya perdió su magia de tanto cubrir nuestra pared descascarada
Una pared que nadie tocará.
Un cielo que nadie tocará
Todo está abierto
La Diosa invisible se persigna
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Vuelo peninsular
No creo en los timones
sino en la necesidad pendular
de esperar en las mañanas.
Regreso
de la mano de un ciego.
Un rosario de estrellas me protege.
Un pájaro repite sus alas.
Todo es azul.
Todo me pesa
antes de la noche.
Una cuerda veloz
ata mi cuerpo a un tronco.
Toco la piedad de mis hijos.
La libertad se inmiscuye en nuestros párpados.
Hoy nos sentamos
a organizar los días que vendrán.
La vida vuelve a ser nueva
Este es
el instante
antes de la luz.
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Resistencia
Dile al cuchillo
que no se apiade de mi fe
ni del borde insolente
del mar
en mis pestañas.
Dile al cielo entrecortado
por la estela de un avión
que sus alas se han ido
sin consuelo
a los nuevos balcones
al festejo
La distancia
hacia las vísceras del amor
aún estalla
en las paredes del invierno.
El universo aún es joven
Dile al cuchillo que no es tiempo.
Diminutamente
bella
fugaz
como el planeta ajeno a nuestra voz
Luz
en las cuclillas
Disfrutemos del espacio
de su mínima flor
de su círculo
Tenemos
los días contados
las risas contadas
Dejemos transcurrir
el rocío
la placidez
una piel feliz
entre las palmas
Un acto de fe inventa la eterna juventud y la diluye en las cintas oscuras de la noche buscamos la ninfa y ella se deshace entre la ferocidad de los lobos entre las tenazas que saben abrazar hasta el pánico hoy desde un día gris rendimos homenaje a la vana invención a la caravana inextinguible a este gris este gris este gris cruzado por las franjas de la arena la luz impertinente el sudor la seda que nos saca de este gris este será un himno a las sedas la salvación la Osa Mayor el Oso Mayor esta soy esta es mi eternidad
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Entre mares
Dos palmas enormes
se entrecierran
El fondo es negro
pero en las palmas hay un color muy cálido.
La figura de una joven
en primer plano
que se toca
se acaricia
como imaginándose
un contacto reparador
Está rodeada
de alfombras de colores carmín
tierra
reminiscencias vegetales
La luz le toca los senos
algo del pelo
las rodillas
Abajo
y detrás suyo
hay oscuridad
Ella pliega su pierna
tratando de sentarse
de apoyarse en algo
pero se olvida de todos sus esfuerzos
Quizás sueñe
Quizás no quiera ver.
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Elocuencias de un lugar
A veces
la paciencia de sabernos solos
es nuestra mayor quietud.
Una caballería de glicinas
inicia la luz.
En este patio no hay portal.
El vestido de la niña
plagia una invasión de buganvillas.
La penumbra plagia a una carne
ilegible.
La silla
vacía de milagros
bebe su minuto
su hora de gracia.
Nadie se deja ver.
Ni siquiera el pájaro,
perfecto plagio
del desgarramiento.
Hay un cuerpo sin refugio
que desdibuja
los abrazos infantiles.
Alguien pasea su contingencia.
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Intemperie y despojos
-I-
Un cuerpo
sueña entre dos reinos.
Los navegantes
remontan la amenaza
Echan a volar
La musculatura del deseo
se entregará a las súplicas.
Una mujer despertará
El día será nuevo.
El imperio de otra salvación
hechizará las barcas.
Una sonrisa torrencial
responde a nuestros ojos
El letargo de las maderas
repite
la cadencia de un espacio
un útero
una fe.
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-II-
El jardín más vulnerable
se apoltrona en mis entrañas
Las esferas de mis ojos
repiten el timón
Un timón
capitaneado por los sueños
desvía las certezas.
Una nereida
inflamada de secretos
confunde las bitácoras
Dónde está el sosiego
Un pequeño hogar
teje el abrazo
entre mis senos
Una bomba de tiempo nos esquiva
Una paloma sin país
cosquillea el lugar
donde van a morirse
las proezas.
El día ha llegado
Ha llegado
el rigor de las montañas
Aquí están mis huesos
Quién responderá al llamado
Quién firmará
la petición de mi epidermis
Hoy
Ahora
Aquí
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Marejada
Un cordón fundamental
imita las coronas.
El hogar se rinde, a la deriva.
Una puerta se abre al vacío
La correntada trae más silencio
Una nueva vida
encapsulada
late en mi rincón
En la Placenta Mayor
Un río de sangre entrelazada
inunda mi alma.
Un puerto triza en sus colmillos
el torrente de mis arenas
El frío se aferra a mi piel
y arroja su coro celestial
contra la triste caravana.
Algo me protege.
Eso es vivir:
un ángel vulnerable que nos habla
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Mi boca estorba
a la canción
Mi boca
excede las orillas
Las palabras emigran.
Emigran mis proezas.
Emigra
mi pequeña voz de mensajera.
Un cuerpo reclama
el mérito de repetirse
en las aguas
En la ventana hacia el suburbio
pinto esta oquedad
con el ramaje de mis venas.
Emigraré
sin la ingeniería de mi espanto
Se perderán en el trayecto
los andamios del templo
el diálogo de espinas
Emigrará conmigo
la risa
la lentitud
el tronco noble
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Mujer acercándose a la tierra
Detrás el mar.
Una pierna se sale del marco
La mujer palpa el césped.
Se trata de un césped
profundo, oscuro,
sin límites claros.
Una mano también
excede el marco
La mujer baja, como naufragando de un vuelo,
buscando la planicie.
En el fondo,
una casa de gran balcón
abandonada
da al mar.
Hay luz.
Tiene dos pisos
y surge del pastizal
El cielo es de un turquesa
oscuro y sereno.
la mujer está desnuda y boca abajo como queriendo anclar de una vez.
Como si volviera a descansar, temerosa, a un lugar deseado.
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Diálogo
Atrévete
La puerta está abierta
La escalera es firme
Mírame
Mírenme todos:
mi piel está desnuda
e invoca al abrazo
La penumbra me salva
del riesgo
de una arena lenta y segura
Yo pido un abrazo
y te veo a ti,
niña ceremoniosa y esquiva
Mírame los senos
La sagrada leche que fui
Soy la caverna que abrigó tus células primeras
Yo, mujer con alas de hambre y de fuego
contemplé a mis quimeras en un escondite
de diamantes y cenizas.
Ellos no.
Nunca.
Tú sí
Tú que puedes, vuélvete
decía el folklórico conocedor de las distancias.
Pero antes de incinerar tu mejor deseo
piensa
y mírame
Yo ya no puedo vivir trepada en el ramaje no ser ni tierra ni cielo, pasar más desapercibida hueca erosionando mi pudor mis ideas cartográficas ya no encuentran sosiego entre la sístole la diástole y este viento que no cesa micorazón está abierto y me arden los labios el sacro íleo estalla en el vaivén la bailarina enjaulada que fui soy y somos tú, yo y todas las mujeres de esta fronda
De este lado del temblor
Despegamos
Arranca
La diosa del verdor te acunará
Lárgate
Penetra
en el nomadismo de los sueños
quítate la red
El abismo ya buscará otra carne
Esto no es
la boca de un lobo
ni una trampa de cordura.
Me arraigaré en las copas
Aprenderé con vehemencia
la negación de los retornos
Es tu amanecer
Ahora es el umbral
Respira
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...juguemos a que el cristal se hace blando como gasa, para que
así podamos traspasarlo. ¡Pero cómo, si parece que realmente
se transforma en niebla!
Lewis Carroll, Alicia en el país de los espejos
La diosa de los escombros
Permanencias
Quiero preservar
las rutinas del alma
antes de que el vehículo llegue
y nos obligue.
Este lugar
siempre
una corte marcial
un festival de filatelia
filosa
una orgía
Alguien pide perdón
Buscamos la entrada
en esta fila metálica
Tapo una boca
y es mi boca
Una senda de palmeras escolta
lo que hay que cumplir a empellones
para ser razonablemente
eso que subsiste
Camino en cuanto puedo
Olvido las paredes
En las suelas todo se desvanece
casi en el grito
Los milímetros entre las uñas y la piel nueva
atesoran lo que queda de los roces
entre el cuerpo
y este mundo
Mi perra lo sabe
Lo sabe
el aire turbio
que rodea mi garganta
Los animales no cuentan en la historia.
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Quiero un viaje
al porvenir de las estrellas
a la flor
que tarda en abrir sus alas hacia Dios
A esa calle de raro empedrado
A la vereda donde el dolor
acopia.
Acopia mis luces
mi fama de incógnito esqueleto.
Las convocatorias del cuerpo
esperan.
Nadie nos besa ya
la placidez de la mirada.
Los faroles
de esta última noche
ya no calman.
En las mañanas
un campo de jazmín imaginario
me aturde el corazón
Y ya no sé si pisar
con la piel
el territorio verde y cobrizo
donde nos pierde la esperanza.
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Un ángel caido
entre las esteras del sueño
En cada cofre
se oculta
una seda exhaustiva
un batallón de carcajadas
El camino abrupto
de un pensamiento
estrella su dignidad
contra los coros
las coristas
las gesticulaciones
tan cercanas
a una legítima pasión
Una criatura sin pudor
se entrega a sus cadenas
Un mandala bordado
entre los hilos de la voz
susurra
Susurra
Hoy es el día
Me interno en el mandala para recuperar el diapasón encuentro dos pozos de palomas una bella vendedora de maniobras la falsificación de la esperanza marcho con rasgos de mujer indomable y la íntima llamada aplaca el hambre el apetito y la sed de ser lo único que alguien esperó y soñó la razón de otro ser la letra de un bolero terminal somos lo que siempre supimos de nosotros y el balance total de todas las entregas llevo carne despoblada al aire libre como prueba de esta marcha
Esta marcha
Esta marcha infalible
al centro intrincado del íntimo mandala
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Una mujer roja
recorta su piel
y se separa
definitivamente
de las hadas negras.
El abrazo de las iguanas
copia
pobremente
un amor
un rito
Alguien anuncia
la entrada al túnel
desde el revés de las antorchas
la mujer mira hacia arriba busca la virtud busca el río de los cielos untadas del aceite de la luz ellas llegan a una comunión la mujer respira guarda el oxígeno en su cuello infinito
Reza
unos labios a destiempo se desploman
al borde de su epidermis
A horcajadas
la besadora incansable toca
su caverna
las ofrendas sin aroma
Su herida
húmeda
húmeda
húmeda
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Instrucciones
Vuela
sobre lo profano
Abandona
la perfección de los jardines
Salva los escombros
Ama los tragaluces
y las cloacas
Devora
la mampostería fugaz.
Resiste en los andamios
Ama tu desnudo
desde la precariedad
Ama tu desnudo
y el roce del deseo
aunque hayan muerto los palacios
Aunque el espejo ya no mienta
Ama tus alas
y a este Dios sin techo
que se refugia
de su propia tempestad
Espera
Desde las cañerías subterráneas
los duendes inundarán tu surco
El invierno será claro, intrépido
las ramas brillarán
tu nombre suena
Suena
Suena
Tienes voz
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No siento el calor de estas paredes
ni el verdor del jardín.
Ya no espero la dádiva
que anhelaba y soñaba
Marina Tsvietaeva
La madre del desierto
Cruzarás las arenas
Cruzarás el mar
Le escaparás al lodo
Algo te dirá que no puedes olvidar las encomiendas
en un asiento de estación
donde el vehículo
olvida
sistemáticamente
tu presencia
el día
las caminatas
Has perdido el jamsa*
Te queda
un hambre devorador
la sed
Creces y creces
La madre te exhalará por las ventanas sola con todo su potencial y una promesa tú sabes demasiado bien que esto es una ventana no es la vida las dunas invitan a creer pero son sólo la repetición de una caricia fugitiva entre los oros la madre quiere ser definitiva pero en las arenas no hay puerto las dunas las dunas son la repetición de un seno borroso que ruega por el roce de unángelcaído
La madre sucumbe al jamsín*
La supervivencia es
un fantasma esquivo que borda un laberinto en su pezón
un caracol de ecos marinos
El cuerpo queda solo
El hijo se diluye entre las grietas.
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¿Qué canción sin cuna cantaré en las auroras?
¿Qué gritaré en las ventanas
antes del fuego?
No quiero repetir
generaciones de desierto
Huyo del dios de las plagas y los eternos sacrificios
La canción
La cuna
vuelven en el espejo de mis sueños
El balanceo feliz
resiste en mis caderas
Estoy viva
*
Jamsa: amuleto de la suerte en el Medio Oriente
* Jamsín (del árabe) : siroco
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Una casa
de rosa inexistente
Una niña
suspendida en la quimera
La historia
descascara los ecos
¿Cuál es
el verdadero color
de nuestra vida?
Una mecedora
instala su sombra
en los flancos de una abuela imaginaria.
El mobiliario
se cubre de claveles y chalinas y el césped el césped será el escenario es el escenario lo fue un vaso de agua cercano admite una garganta reciente una pausa algo duro de decir un momento de reflexión un antes y un después no hay abuela no hay vaivén las cartas se han echado queda la ventana y quién nos mira qué saben qué escuchan
Este es el recinto
de una vieja languidez
La niña ocupa lo que alguna vez fuera el roce de la anatomía ancestral y ahora no se sabe no se sabe quién es quizás una muñeca quizás un cuerpo entre dos mundos quizás el regreso dónde está el futuro la voz de la ventana la vida detrás de la ventana quién mira a quién en las ventanas de la vida las rosas insinúan un presente lleno de voz una conmemoración un homenaje pero dónde está el presente y lo que vendrá
Una casa sin cimientos
Pintada de años
Dos pequeños herrajes
Un farol
Se sube por una escala
de metal
Tres escalones
Una mujer desnuda
en primer plano
Sus brazos flexionados
detrás del cráneo
Los pies como levitando
Titubea ante la casa ambulante
O a lo mejor
ante la apertura
El color
y la rugosidad de la casa
cubierta de rojo ladrillo y ocre
invitan a entrar
A la derecha de la puerta
una nena
con un vestido rojo
moños en el pelo
botas.
También levita
o pisa firme.
No mira hacia el hueco de la entrada.
Mira al espectador.
Es un cuerpo extraño
igual que la mujer
Todo esto ocurre
en un parque arbolado
de bella penumbra
Al fondo
un verde profundo y acariciante
y un cielo celeste grisáceo
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Ya no más distancias insalvables
entre los flancos del metal
y este espacio de jardinería improvisada.
La franqueza del desierto
gana
todos los combates.
Lastimosamente
las madres
perdemos el candor.
Cómo podemos preguntar
desde la copa aérea
si es aún la voz…
Desenmascarando
la íntima amenaza
la epidermis es amiga de un reloj
que jamás acude
a las citas.
En esta marcha robótica
la luz es el comentario redentor
antes del fuego.
Acaso las lentejuelas
adheridas al tibio pantalón
disfracen el filo de la esquina
presente.
Acaso la última.
El hechizo aún persiste
El camino es largo y sinuoso
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-I-
La
paura causa estragos
en el ojo de todas las tormentas.
Tiende tu mano
al amanecer
A nuestras alas.
Nuestra madre fatal
no es la furia.
Es el miedo.
El miedo
es el reloj cenagoso
que se cuela
en los desvanes de la prisa.
El enemigo
que anega los bordados.
La paciencia de los manteles ancestrales
se desploma.
La vida
ya no sabe anclar
en el interludio.
El viaje mágico no acabó
- II-
Cruzo a otra ciudad
Toco mi río
Desnudo el corazón
en la encrucijada de los huesos.
No pido perdón
No pido tiempo.
El día recupera
un calor de martirio.
Las máscaras de la sed
se desfiguran.
- III -
Por favor,
quítennos las vendas.
Repitamos este día
como el lecho
como el sol.
Soy una mujer
después de las delicias
Confinada al último refugio
celebro
los segmentos de razón
adheridos a las púas
Cómo salvar el umbral
de esta casa tibia
apenas mía.